En las vacaciones subí al refugio del Tronador, jamás imaginé que iba a poder hacer semejante hazaña. Mil metros de altura, 14 km de treking, 60 años de edad. Gracias por todo tu laburo.

El Yoga llegó a mi vida para unir mis partes separadas. En ese proceso la práctica del Ashtanga me reconectó con la respiración: inhalar-exhalar y a partir de ahí abrir espacios en el cuerpo y en la mente con cada asana. En estos más de 10 años de prácticas con distintos ritmos, Casaviva se convirtió en el espacio cuidado que hizo posible que pudiera respirar con otrxs. A lo largo de este camino tuve maestrxs que me guiaron y acompañaron con paciencia y amabilidad respetando mi propio tiempo y ayudándome cuando me perdía a encontrarlo. Gracias por eso a mis maestras Laura y Nadia y a quienes continúan hoy guiándonos amorosamente, Cynthia y Damian.